La sommellerie es una profesión dedicada a la promoción y difusión de la cultura del vino.
La sommelerie se ha vuelto clave para poder conectar con los consumidores en diversos ámbitos; principalmente restaurantes, vinotecas, bodegas, eventos, y así promover más y mejor el consumo responsable y la cultura del vino.
El 3 de junio se celebró en el mundo el Día Internacional del Sommelier desde 1969, conmemorando la creación de la Asociación Internacional de Sommeliers (ASI) en Francia.
En un principio, el principal objetivo de la formación de sommeliers se centraba en la capacitación de personas para trabajar en restaurantes recomendando vinos. Porque más allá de ser una de las funciones básicas del sommelier, que además debe hacer la carta de vinos, gestionar la cava, realizar las compras, capacitar a sus compañeros y crear maridajes junto al cocinero, entre otras actividades, era el mayor interés de las bodegas, principales interesadas en desarrollar aquella flamante profesión.

Años después, el universo de acción del sommelier se multiplicó, se ha vuelto una de las más buscadas por jóvenes que buscan ligar su futuro profesional a la gastronomía. Y si bien, es tan importante su función en el restaurante, porque es cuando los clientes más dispuestos están a escucharlo y a gastar en vinos, hoy puede desarrollar su actividad en otros ámbitos.
Hoy, el sommelier puede desempeñarse en bodegas, vinotecas, distribuidoras, empresas vinculadas al enoturismo y hasta en medios de comunicación. Pero un sommelier no nace experto en vinos, sino que se forma, y para ello es fundamental la práctica, además del estudio. Sin embargo, la formación profesional es apenas el comienzo de un largo camino que debe retroalimentarse constantemente, por la gran cantidad de novedades que genera la industria.
Porque si bien es cierto que hay mucha información que se puede estudiar; historia, variedades, regiones, métodos de vinificación, estilos, etc.; lo más importante para un sommelier es estar actualizado. Debe leer, viajar a las zonas vitivinícolas, visitar bodegas y participar de degustaciones junto a los hacedores.
Es más, muchos lo hacen por una cuestión cultural, porque en un país productor vitivinícola es lógico saber de vinos para poder aprovechar mejor la gran oferta, aunque ese conocimiento solo sirva para compartir con amigos o en familia. Incluso muchos, lo ven como un pasatiempo o un entretenimiento que pueden compartir en grupo. Se sabe que no hace falta saber de vinos para disfrutarlos, pero la cultura aporta nuevas sensaciones. Porque conocer de dónde viene un vino, quién lo hizo, las condiciones de la añada o el método de elaboración, es información clave para entender y apreciar en plenitud un vino. Ya que no solo es cuestión de aromas, sabores y texturas, sino también de recuerdos y otras sensaciones que influyen mucho al momento de beber una copa de vino.
No hay que olvidarse que se trata de una bebida natural, que va mucho más allá del líquido que viene embotellado. Y poder saber más sobre un vino, sin dudas amplifica el placer. Para muchos, eso solo ya justifica para recibirse de sommelier, porque es una garantía de mayor placer de por vida. Claro que el vocabulario y la apreciación a través de las catas, mejoran con la práctica. Es decir, un sommelier debe ser curioso y querer degustar, más allá de disfrutar beberlo y compartirlo como cualquier consumidor.
Además, el sommelier debe mantener la mente abierta para descubrir la variedad y diversidad, probar diferentes estilos de vinos, variedades de uva, descubrir sabores únicos, familiarizarse con las principales zonas vinícolas para comprender mejor los vinos que producen. También aprender a degustar el vino de manera adecuada para apreciar sus matices y complejidad, porque la cata de vinos es una habilidad apasionante que todos pueden desarrollar, solo es cuestión de proponérselo.
Observar, oler y probar el vino de manera adecuada puede proporcionar una experiencia superadora. Otra gran manera de apreciar más el vino es visitando bodegas para conocer la historia y la pasión que se encuentran detrás de cada botella. Para conocer la tipicidad varietal, hay que probar muchas etiquetas de diversas regiones, vinos de distintos modos de vinificación, de muchos enólogos, etc. Otras claves fundamentales son cuidar la temperatura de servicio y usar las mejores copas que se pueda.
Un sommelier debe tener un amplio conocimiento sobre vinos, tal que le permita ofrecer recomendaciones precisas y brindar información detallada. Aunque la pasión por el vino es lo esencial y amar transmitir esa pasión a los demás debe ser su vocación.
La constante evolución del vino en general y de los vinos les exige a los sommeliers una permanente formación: entender que el vino sigue evolucionando en la botella, en materia de modas y tendencias, con los single vineyard y los vinos de parcela, que surgieron de la revolución del conocimiento del terroir y los suelos, e interactuar con los winemaker, comunicar bien las uvas autóctonas, otro de los desafíos tiene que ver con las nuevas tendencias de consumo que están “obligando” a la industria a salir con vinos más livianos y hasta con “zero” alcohol.
