La gastronomía no solo alimenta el cuerpo, también despierta memorias, conecta culturas y construye identidad.
En Bolivia, cada plato es un reflejo de la diversidad geográfica, cultural y social del país. Desde el altiplano hasta la Amazonía, los sabores bolivianos guardan un potencial enorme aún por descubrir y que, bien canalizado, puede convertirse en una poderosa herramienta para impulsar el turismo y revalorizar lo nuestro.
“Definitivamente la gastronomía va muy relacionada con el tema del turismo. Si nos vamos a un ejemplo muy claro, tenemos a Perú, que ha basado su oferta gastronómica en dar a conocer todo lo que tiene en cuanto a insumos y variedad. Nuestro país igual es muy rico en gastronomía”, afirma Patricio Oviedo, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo (AHT) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Y no es para menos. Bolivia cuenta con una riqueza culinaria envidiable, tejida desde su diversidad de pisos ecológicos. Altiplano, valles, llanos y la Amazonía aportan ingredientes únicos y técnicas de preparación ancestrales que merecen mayor visibilidad dentro y fuera del país. Sin embargo, esta riqueza no siempre es aprovechada de manera coherente en la oferta turística.


Oviedo lo ejemplifica con el uso de ajíes. “Por ejemplo, el mejor ají que podemos tener es el ají de Padilla, de Sucre, que es un ají dulce que le da mucho sabor al mondongo o a la comida chuquisaqueña. Pero en el altiplano no lo utilizamos; en cambio, traemos ají del Perú. Hay una divergencia entre lo que producimos y lo que utilizamos”.
El turismo gastronómico es una tendencia en auge a nivel mundial. Las personas ya no viajan solo por paisajes o monumentos; buscan experiencias sensoriales, historias detrás de cada bocado. En este contexto, Bolivia tiene todo para enamorar al paladar global.
“En la oferta turística, el dar a conocer nuestros insumos y nuestras técnicas propias es fundamental. Podemos generar mucha oferta gastronómica y competir a nivel internacional si sabemos aprovechar este recurso”, asegura Oviedo.
La clave está en crear una narrativa culinaria que represente con orgullo la identidad nacional, integrando ingredientes locales, prácticas tradicionales y nuevas interpretaciones desde la cocina de autor.
Fuente: unifranz